ARTÍCULO REALIZADO POR FRANCISCO MONTERO DE 2º BACHILLERATO
ALIMENTOS PROCESADOS VS
COMIDA REAL
La cuestión es clara: No
sabemos comer. No importa por dónde lo miremos. Elementos como las
grasas trans, los nitritos o los azúcares añadidos son apenas
conocidos en la sociedad.
Es imposible esperar llevar
una dieta 100% equilibrada cuando apenas sabemos si hemos sabido
combinar de forma satisfactoria los nutrientes que necesitamos a lo
largo del día. Y sería sencillo llevarlo a cabo, si no fuera por la
acechante INDUSTRIA ALIMENTICIA que se encuentra por encima de todo.
No, no da miedo solo por estar escrito en mayúsculas, sino porque
además, la industria alimenticia se interesa más por nuestro
dinero que por nuestra salud.
Ni
siquiera percibimos sabores reales. Los alimentos procesados
contienen una gran variedad de químicos y edulcorantes que generan
sabores artificiales para satisfacer al consumidor creando
adicciones.
Además,
la industria alimenticia contribuye con la destrucción del
medioambiente y el malestar en convivencia con el resto de especies
incluso. Realmente no comemos comida basura por elección. Existen
diversos factores que nos llevan a hacerlo, como es el tiempo o la
comodidad. Estos dos factores hacen que en realidad, en lugar de
nutrirnos y alimentarnos, únicamente nos preocupemos de tener el
estómago lleno, da igual con lo que sea.
Evidentemente
esta práctica no es solo personal e individual. Comer comida basura
es una tendencia "tóxica",
y como toda tendencia "tóxica", contamina.
No solo mediambientalmente, sino que contribuimos a generar un
espacio de descuido alimenticio que puede dar a lugar a la
destrucción completa del equilibrio nutricional de nuestro entorno.
Hoy en día los carritos de
la compra están llenos de alimentos que están empaquetados, nos
hemos olvidado que la verdadera comida no lleva paquetes, ni código
de barras. Nos engañan y caemos como moscas en sus redes
capitalistas, vendiéndonos productos que aseguran ser saludables,
"fit friendly", sin grasas, sin azúcares...Los
supermercados están llenos de productos procesados, los cuales se
componen de un 80% azúcares añadidos.
No digo que el azúcar sea
algo malo. De hecho el cerebro se alimenta, principalmente, de
glucosa. El problema son los añadidos, los cuales no aparecen de
forma natural en los alimentos y sirven para dar un sabor artificial
y adictivo a los alimentos.
Para saciar nuestra ansia
por lo dulce, podemos optar por comernos un plátano, manzana o hacer
un poco de mermelada de frutas y tenerla en la nevera, en lugar de
llenar la despensa con bollos de crema y dulces procesados
industrialmente que dejan grandes efectos negativos en nuestro
organismo.
Pero, ¿qué es comida de
verdad, entonces?
Pues claramente todo aquello
que no haya sido alterado industrialmente ni procesado con 10.000
tipos de aditivos distintos. Desayunar café con leche de soja, una
tostada de pan integral con aguacate, aceite y pimienta es un
desayuno sano, completo, sabroso y con solo ingredientes 100% reales
y naturales. Pero claro, quizás es más normal tomarnos un tazón de
"cereales azucarados" (copos químicos con un muy bajo
contenido en cereales en realidad) que te dicen que saben a chocolate
y tú te lo crees, con una leche de vaca que en realidad tiene pus,
infecciones y sustancias perjudiciales para el cuerpo pero que te la
tomas muy tranquila porque en el envase dice que es sana.
A esto me refiero, a comida
real, no a una bolsa de plástico que ni siquiera podemos leer
sus ingredientes porque no entendemos lo que dice.
Y no es casualidad que, a
pesar de toda la publicidad de comida sana que nos venden, las tasas
de obsesidad y enfermedades alimenticias cada vez son más altas.
Es evidente que algo falla.
La comida procesada nos hace, además de gordos, enfermos.
Esta es la verdad, por muy dramática que pueda sonar.
El "desayuno" que he mencionado antes está
más cerca de parecerse al plástico de lo que crees.
Olvídate de las egoístas cadenas de comida rápida
como McDonalds, Burguer King, Domino's Pizza y ese largo etcétera de
comercios que nos atiborran a productos que apenas son comestibles.
No necesitas tener un huerto en tu jardín para comer
comida de verdad. Puedes comprarla en la frutería o herbolario que
hay cerca de tu casa, donde además, estás apoyando el comercio
pequeño de barrio, que es lo
que necesitamos que sobreviva en esta sociedad capitalista y
neoliberal. Tampoco necesitas 3 horas para cocinar una
comida que te alimente de verdad. Una simple ensalada de pasta
integral y verduras acompañada de una taza de lentejas mezcladas con
arroz integral nos aporta nutrientes de los 4 grandes
grupos de alimentos (cereales,
legumbres, verduras y frutas) y es totalmente completo y saludable.
Si todo esto lo complementamos con frutas a lo largo del día (sin
una cantidad exacta, olvidémonos de la retrógrada regla de las 5
frutas diarias), variedad de alimentos naturales, y un poco
de actividad física obtendremos
el equilibrio nutricional
que andamos buscando. Y todo sin contribuir al imperio capitalista de
la comida basura.
¿A qué esperas entonces?
¡Empieza a alimentarte lejos de estándares industriales, aprende el
verdadero sabor de las comidas y cuida tu bienestar aprendiendo a
comer y a otorgarle a nuestro cuerpo lo que realmente necesita!